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¿Qué le sucederá a la economía de EE.UU si el beneficio federal por desempleo de $600 llega a su fin?

Jason Ruckart, center, a managing partner at Roy's Restaurant in Woodland Hills, serves customers outdoors.
Jason Ruckart, centro, socio gerente en Roy’s Restaurant en Woodland Hills, sirve a los clientes mientras cenan al aire libre.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)
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Cuando la pandemia de COVID-19 condujo al país al cierre total y decenas de millones de trabajadores perdieron sus empleos, el Congreso votó para agregar $600 por semana a la suma que los estados individuales pagaban como seguro de desempleo.

Ese dinero extra era un salvavidas desesperadamente necesario para muchos, ya que los beneficios estatales de desempleo generalmente reemplazan menos de la mitad del salario de un trabajador. Sumarle a ello el pago federal le dio a numerosos empleados de bajos ingresos más de lo que ganaban antes.

Ahora que el beneficio de $600 está por terminar, el Congreso debe decidir si este caduca, si lo renueva o si el pago sigue, pero reducido. Las negociaciones recientes sugieren que los legisladores de ambos lados están abiertos a extender solo una versión menor o más restrictiva del pago.

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La mayoría de los republicanos argumentan que el sistema actual alienta a los trabajadores a permanecer desempleados en lugar de volver a trabajar. Poner fin o recortar los pagos federales ayudaría a empleadores e inversores a presionar a muchos de esos empleados para que vuelvan a sus tareas.

Pero mantener los pagos adicionales por desempleo en los niveles actuales o cerca de estos ayudaría a millones de trabajadores a seguir pagando su renta, emitir cheques hipotecarios, pagar las cuotas de sus automóviles y cuidar de sus familias. Eso es especialmente cierto en este momento, cuando la pandemia empeora en muchas partes del país y los funcionarios locales restablecen las pautas de bloqueo que habían comenzado a flexibilizarse cuando el peligro parecía desvanecerse.

Además de ayudar a los desempleados, mantener los pagos adicionales en el nivel actual proporcionaría un impulso sustancial a una economía todavía tambaleante por el impacto del COVID-19. Por el contrario, abolir o recortar la ayuda federal socavaría la economía.

Los pagos básicos del seguro de desempleo son determinados por cada estado. Durante el primer trimestre de este año, promediaron $373 a la semana. Los $600 adicionales por semana formaron parte del paquete de ayuda de $2.2 billones del Congreso, conocido como la Ley CARES, que se aprobó en marzo.

Más allá de los informes anecdóticos de algunos empleadores a quienes les cuesta convocar a sus trabajadores, uno de los pocos intentos de medir el alcance del problema fue una encuesta realizada el 18 de mayo por la Federación Nacional de Empresas Independientes (NFIB, por sus siglas en inglés), un grupo de cabildeo de pequeños empleadores. El sondeo informó que el 18% de los 685 consultados señalaron que un empleado había rechazado una oferta de trabajo en pos de continuar con los beneficios de desempleo.

“Incluso en la mejor situación, la contratación suele ser un proceso difícil. Pero cuando hay competencia con un programa del gobierno, es aún más desafiante”, señaló Holly Wade, directora de investigación y análisis de políticas de NFIB.

En el norte de Maine, cerca de la frontera canadiense, Michael Collins intenta recuperar el servicio de comidas en el lugar, en su franquicia de Arby en Presque Isle. A Maine le ha ido mejor que a la mayoría de los otros estados en el control del COVID-19, y el desempleo volvió a descender al 6.6%, en comparación con el 11.1% de la tasa federal.

Pero Collins ha contratado solo a uno de los seis empleados que suspendió hace meses. Los otros cinco, afirmó, le dijeron: “¿Por qué volvería a mi empleo si puedo ganar más quedándome en casa?”. Si el beneficio de $600 se reduce, espera que más empleados quieran regresar a las labores.

Una de las cosas que ha cambiado claramente desde mediados de mayo es que la crisis de salud -y con ella la economía- ha empeorado.

Desde principios de este mes, las aperturas y los ingresos de las pequeñas empresas, así como los nuevos puestos de trabajo, disminuyeron drásticamente, según Opportunity Insights, un grupo no partidista con sede en Harvard, que rastrea los efectos económicos de la pandemia.

“Antes del comienzo de julio hubiera dicho, ‘Tal vez deberíamos retroceder un poco de los $600. Hay suficiente evidencia de que los $600 podrían ser un desincentivo importante [de volver al trabajo] para bastantes personas’”, comentó Harry Holzer, profesor de política pública en la Universidad de Georgetown. “Ahora, con la desaceleración de la contratación, preferiría equivocarme en la otra dirección” y ofrecer más ayuda a la gente.

Si el Congreso pone fin o hace un fuerte recorte en el beneficio especial de desempleo (se dice que los republicanos del Senado están considerando otorgar entre $200 y $400 por semana), muchos economistas temen que ello saque miles de millones de dólares de la economía exactamente en el peor momento. “Reemplazaríamos las historias de terror sobre la propagación del COVID con la propagación de la desesperación entre los hogares”, consideró Richard Curtin, director de la encuesta de opinión del consumidor de la Universidad de Michigan. El último sondeo encontró que la confianza, un indicador principal del gasto futuro, volvió a caer en julio.

Unos 30 millones de personas solicitaron beneficios de desempleo desde mayo, lo cual sugiere que el aditamento de $600 puede agregar hasta $18 mil millones por semana en pagos. Eso ha ayudado a mucha gente no solo a conservar sus casas o apartamentos, sino también a pagar otros gastos críticos, incluida la atención médica. La mayoría de los estadounidenses que poseen seguro médico lo consiguen a través de sus empleos, por lo cual los despidos dejaron a millones de empleados y familias sin su cobertura habitual.

Dado que la cifra de $600 se basó en promedios nacionales y se distribuyó como un pago fijo a todos aquellos que califican para la asistencia por desempleo, hasta dos tercios pueden recibir más dinero que el representado por sus salarios, según investigadores de la Universidad de Chicago. Eso se debe, en su mayoría, a que las personas con sueldos más bajos y a tiempo parcial en restaurantes, hoteles y tiendas minoristas representaron una gran parte de los despedidos o puestos en licencia durante el brote.

Reducir el impulso federal pesará más a los trabajadores en ciertas partes del país. Los estados del sur están entre los más afectados por el resurgimiento del coronavirus, y también ofrecen algunos de los beneficios de desempleo más bajos. El seguro regular por desempleo en Florida es de un máximo de $275 por semana, en comparación con los $450 de California y más de $800 para Massachusetts.

En pocas palabras: sin el extra de los $600, los trabajadores de Florida probablemente contarían solamente con un reemplazo del 38% de sus salarios faltantes, en comparación con el 45% de la nación, según datos del primer trimestre del Departamento de Trabajo.

En Austin, Texas, otro estado donde el brote empeoró recientemente, el profesional de la gastronomía Adam Orman, de 44 años, no culpa a los trabajadores si algunos de ellos son reacios a regresar a empleos mal pagados. “Si el salario mínimo fuera una cantidad de dinero que alcanzara para vivir, entonces esto no sería un problema”, comentó el gerente general de L’Oca d’Oro. El salario mínimo para los empleados que reciben propinas en Texas es de $2.13 por hora. “Es un poco ridículo pedirle a alguien que deje el seguro de desempleo en medio de una pandemia para trabajar y ganar tan poco”, enfatizó.

Según los analistas, algunos estados podrían desarrollar una manera de que los empleados no obtengan más del 100% de sus salarios perdidos, pero eso podría llevar tiempo, dados sus anacrónicos sistemas de programación.

Incluso con un complemento fijo de $600, muchos estados luchan por mantenerse al día ante la avalancha de solicitudes de desempleo, que siguen en niveles extraordinariamente altos. “Si buscamos precisión a expensas de la velocidad, eso significa que muchos de esos trabajadores desempleados no recibirán sus cheques pronto, y eso podría ser una verdadera preocupación”, enfatizó Beth Ann Bovino, economista jefe de Standard & Poor’s Ratings Service.

Un recorte a nivel nacional en el beneficio de desempleo de $600 también perjudicará a quienes viven en áreas de alto costo más que a otros. Alejandro Merchan, de 35 años, dijo que ganaba fácilmente $1.500 a la semana cuando trabajaba como mesero en un restaurante con calificación Michelin en el distrito Fillmore, de San Francisco. El restaurante cerró sus puertas el 13 de marzo y, desde abril, Merchan recauda un máximo de $450 por semana del estado, más el impulso federal. Si los $600 se reducen a menos de $450 por semana, el hombre estima que deberá mudarse de su apartamento compartido en San Francisco porque no podrá pagar la renta de $3.800 por mes. Incluso el extra de $600, señaló, “no me ayuda tanto aquí”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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