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Trump dejó que Estados Unidos respondiera muy lentamente a la amenaza del coronavirus

Ambulances carrying patients in Wuhan, China
Trabajadores médicos llevan a un paciente en una ambulancia el martes en Wuhan, China, donde el brote de coronavirus comenzó a finales del año pasado.
(Barcroft Media/Getty Images)
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El primer día que el presidente Trump mencionó el coronavirus en público, sólo se sabía que un americano estaba infectado. Le aseguró al resto del país que no había motivos para preocuparse.

“Lo tenemos totalmente bajo control”, dijo Trump el 22 de enero desde Davos, Suiza. “Todo va a salir bien”.

Entre bastidores, sin embargo, incluso algunos de sus ayudantes cercanos pensaron que el virus representaba una amenaza mucho mayor para la nación y para Trump.

Tres meses más tarde, Estados Unidos lidera el mundo en cuanto a número de personas infectadas y muertas por el virus, con más de 39.000 decesos. Los estados, condados y hospitales locales se disputan desesperadamente los escasos ventiladores y otros equipos de salvamento en un mercado dominado por el caos, la especulación y el fraude. Y la economía del país está en caída libre, con más de 20 millones de estadounidenses presentando reclamos por desempleo en el último mes.

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Trump ha calificado en varias ocasiones la catástrofe de imprevisible o ha culpado a la Organización Mundial de la Salud y a China; a su predecesor, que según él le dejó una “estantería vacía” de equipo médico; y a los gobernadores de los estados a los que acusó de administrar mal la crisis sanitaria.

President Trump during the World Economic Forum in Davos, Switzerland
El presidente Trump el 22 de enero en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, donde dijo a un reportero que EE.UU tenía al coronavirus “totalmente bajo control”.
(Fabrice Coffrini / AFP/Getty Images)

Pero desde los primeros informes internacionales sobre la aparición del virus en China, a finales de diciembre, hasta que Trump declaró una emergencia nacional a mediados de marzo, su administración retrasó o estropeó medidas básicas pero cruciales para contener la propagación de las infecciones y preparar al país para una pandemia, según una revisión del Times de los registros internos del gobierno y entrevistas con funcionarios de la administración y expertos externos.

En ese período inicial clave, muchas de las características más arraigadas de la presidencia de Trump - su desconfianza en la burocracia federal, los conflictos de personalidad internos, la falta de un proceso formal de elaboración de políticas y la propia insistencia del primer mandatario en controlar el mensaje público - obstaculizaron gravemente la respuesta federal, según funcionarios actuales y anteriores de la Casa Blanca y expertos en salud pública.

Incluso los miembros de alto rango de la administración que trataron de advertir a Trump sobre los peligros que se avecinaban fueron rechazados, dijeron varios funcionarios de la administración que hablaron con la condición de mantener el anonimato porque no estaban autorizados a comentar las discusiones internas.

Muchos expertos admiten que la contención de un contagio tan fácil de propagar era ardua en cualquier circunstancia. Para hacerlo aún más difícil, China inicialmente minimizó el peligro de infección, y en ese momento no estaba claro cuán fácilmente podía propagarse el virus.

Pero la falta de voluntad de Trump para tomar en serio la amenaza a la salud y los desacuerdos entre sus principales ayudantes dejaron sin dirección al Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU.

Se perdieron semanas que podrían haberse utilizado para hacer pruebas y aislar a los primeros pacientes infectados, comprar suministros médicos, preparar hospitales improvisados y reclutar corporaciones para aumentar rápidamente la producción de respiradores y otros suministros necesarios.

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Medical workers treating a critical patient in Wuhan
Trabajadores médicos tratan a un paciente crítico de COVID-19 el 1 de marzo en un hospital de la Cruz Roja en Wuhan, China.
(AFP/Getty Images)

“En un mundo ideal, habría una estructura y alguien con visión al futuro en la Casa Blanca”, dijo J. Stephen Morrison, experto en política de salud del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un centro de expertos de Washington. “Todo se vio a través del proceso de destitución y reelección”.

La Casa Blanca expuso en una declaración que Trump actuó para controlar el virus mientras que los demócratas en el Congreso y los medios de comunicación ignoraron el peligro en enero y febrero.

“El presidente Trump tomó medidas audaces para proteger a los estadounidenses y utilizar todo el poder del gobierno federal para frenar la propagación del virus, ampliar las capacidades de exámenes y acelerar el desarrollo de la vacuna cuando no teníamos una idea real del nivel de transmisión o de la propagación asintomática”, manifestó el portavoz de la Casa Blanca Judd Deere.

La declaración añadió que Trump “sigue completamente centrado en la salud y la seguridad del pueblo estadounidense y es gracias a su audaz liderazgo que saldremos de este desafío sanos, más fuertes y con una economía próspera y en crecimiento”.

“Costará la elección”

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China reporta casos de neumonía por causas desconocidas. El 7 de enero se identifica que la causa de la enfermedad es el coronavirus.

La primera advertencia oficial sobre el nuevo virus se produjo el último día de 2019, cuando las autoridades chinas informaron que los residentes de Wuhan, en la provincia central de Hubei, estaban contrayendo neumonía por causa desconocida. China pronto identificó el origen del brote como una nueva cepa de coronavirus, pero dijo que no había “ninguna evidencia de transmisión significativa entre humanos”.

En los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el director Robert Redfield, médico y ex investigador sobre el SIDA, publicó en Twitter el 14 de enero que “no hay una propagación confirmada de persona a persona” de la enfermedad en China, aunque su agencia estaba “vigilando la situación de cerca”. El CDC emitió una “advertencia de viajes de nivel 1” de rutina, aconsejando a los americanos que viajan a Wuhan a “practicar las precauciones habituales”.

Tres días después, el CDC anunció que los aeropuertos realizarían exámenes médicos a los pasajeros que viajaran de Wuhan a Los Ángeles, San Francisco y Nueva York.

Los exámenes no cubrieron inicialmente todos los aeropuertos con vuelos desde China. Tampoco se hicieron a los viajeros de Europa, otra probable fuente de infección. Y los controles de temperatura no detectaron a las personas que portaban el virus puesto que seguían siendo asintomáticos, un problema que se hizo completamente evidente semanas después.

Travelers pass through Tom Bradley International Terminal at LAX
Los viajeros pasan por la Terminal Internacional Tom Bradley en LAX el 15 de marzo en medio de las altas restricciones de viaje de EE.UU.
(Jason Armond / Los Angeles Times)

En la Casa Blanca, Trump y sus asesores cercanos, consumidos por su inminente juicio político en el Senado, rechazaron los intentos del jefe de Redfield, el Secretario de Salud y Servicios Humanos Alex Azar, de alertarlos sobre la amenaza, según un ex funcionario federal con conocimiento de la situación.

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A diferencia de otros funcionarios del gabinete de Trump, Azar tiene una experiencia considerable en su campo, luego de haber servido en la agencia bajo la administración del presidente George W. Bush y porque fue ejecutivo del gigante farmacéutico Eli Lilly and Co.

Su relación con el presidente y los altos funcionarios de salud de la Casa Blanca ha sido tensa durante meses, en parte debido a la incapacidad de Azar de cumplir una de las promesas de campaña de Trump: reducir los precios de los medicamentos de prescripción. El mandatario también culpó a Azar por involucrarlo en lo que resultó ser un esfuerzo políticamente complicado para acabar con el Vaping.

El secretario de salud finalmente logró contactar a Trump el 18 de enero, cuando el presidente estaba en Mar-a-Lago, su centro turístico en Palm Beach, Florida. Para entonces, Tailandia y Japón estaban reportando infecciones confirmadas de coronavirus. Trump quería hablar de la prohibición de los vaps, no del coronavirus, reveló un asistente de la Casa Blanca familiarizado con la llamada.

Dos días después, el CDC confirmó el primer caso de coronavirus en Estados Unidos.

Un hombre del estado de Washington de unos 30 años había regresado de Wuhan el 15 de enero a través del aeropuerto internacional de Seattle-Tacoma, donde no se había realizado ningún examen. Más tarde, informó a su médico sobre síntomas similares a los de la neumonía.

“Es una persona que viene de China”, dijo Trump durante su entrevista del 22 de enero con la CNBC en Davos.

Travelers at Los Angeles International Airport
Un viajero con una mascarilla espera en el aeropuerto internacional de Los Ángeles el 18 de marzo.
(Kent Nishimura / Los Angeles Times)
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Mientras Trump trataba de tranquilizar a la nación, la Organización Mundial de la Salud, (la agencia de las Naciones Unidas para la salud pública internacional), anunció que las pruebas sugerían una transmisión “de humano a humano” en China, pero que era necesario investigar más.

Trump no consideró que el virus fuera una preocupación importante y confió en Azar para manejarlo, aseguró un alto funcionario de la administración. Otros asistentes de la Casa Blanca estaban preocupados de que Azar reaccionara de forma exagerada, añadió el funcionario y otro asistente de alto nivel de la Casa Blanca.

Estados Unidos investiga un caso en el estado de Washington. El virus se ha esparcido por seis países y a nivel mundial hay 55 casos.

A finales de enero, Joseph Grogan, el jefe de política interna de la Casa Blanca y antiguo miembro de un grupo de presión de una empresa farmacéutica hizo sonar la alarma sobre la posibilidad de que la administración pasara por alto lo que podría convertirse en una crisis importante. Expresó sus reservas sobre la capacidad de Azar para manejar el asunto durante una reunión en la oficina de Mick Mulvaney, entonces jefe de personal en funciones del presidente, expuso uno de los altos funcionarios de la administración.

“Podría ser tan grande que, si lo manejamos mal, costará la elección”, señaló Grogan a varios altos funcionarios presentes.

Mulvaney convocó reuniones dirigidas a coordinar la respuesta del gobierno de Estados Unidos, pero la discusión al principio se centró sólo en los vuelos de evacuación para traer a los estadounidenses en China y otros países afectados a casa, dijo uno de los altos funcionarios de la Casa Blanca. Hubo poca discusión sobre cómo manejar el virus.

Las actualizaciones diarias de inteligencia de la CIA y otras organizaciones de inteligencia rastrearon la propagación internacional del coronavirus, pero sus informes no recomendaban medidas para contenerlo en Estados Unidos, según un alto funcionario de Defensa familiarizado con las advertencias.

El 29 de enero, la Casa Blanca anunció un grupo de trabajo de 12 miembros de funcionarios de múltiples agencias “para trabajar en la prevención de la propagación del nuevo coronavirus”. Trump fue informado en la Sala de Situación de la Casa Blanca.

En privado, algunos asesores advirtieron sobre las perturbaciones masivas si el virus causaba una pandemia. Peter Navarro, director de política comercial y manufactura de Trump, sugirió detener los viajes desde China en un memorándum escrito el mismo día que se anunció el grupo de trabajo. El memorándum, publicado por primera vez por el New York Times, advertía de los efectos potencialmente devastadores en la economía si no se tomaban medidas de contención.

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Pero Navarro, conocido en el ala oeste de la Casa Blanca por su temperamento explosivo, fue despedido, en gran parte, por irrumpir una reunión de personal de Azar, lo que llevó al secretario de salud a exigir a Mulvaney que lo mantuviera fuera del grupo de trabajo, según uno de los altos funcionarios de la administración.

Los conflictos dentro de la Casa Blanca junto con el juicio político en curso en el Senado mantuvieron la amenaza a la salud apenas en el radar de Trump.

“Tienes a Trump como un operador solitario”, dijo Anthony Scaramucci, quien sirvió brevemente como director de comunicaciones de Trump y recientemente ha sido crítico del presidente. “Lo que pasa es que todo el mundo se inmoviliza. No saben cuáles van a ser sus órdenes... así que eso les ha causado una gran lentitud en medio de esta crisis”.

Otros en la administración siguieron el ejemplo de Trump.

El mismo día de la sesión informativa de la Sala de Situación, el secretario de Comercio, Wilbur Ross observó que el alarmante aumento de los casos en China podría “acelerar el retorno de los empleos a América del Norte”.

La consejera de la Casa Blanca Kellyanne Conway dijo a los periodistas al día siguiente que Trump y sus asistentes de mayor jerarquía continuaban “monitoreando la situación”. Parado junto a ella, Brett Giroir, secretario asistente de salud, manifestó que el brote estaba “bajo control” y que “todos los recursos estaban en su lugar”.

Como jefe del grupo de trabajo, Azar trató de desempeñar un papel importante en la supervisión de la respuesta federal sin hacer sonar las alarmas públicas que seguramente molestarían al presidente, según otro funcionario de la administración, que habló con la condición de mantener el anonimato.

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Siete casos se han reportado en Estados Unidos, 9.802 en China. 24 países están afectados y hay 9.927 casos a nivel mundial.

El 31 de enero, Azar declaró una emergencia de salud pública y anunció que Estados Unidos estaba prohibiendo temporalmente la entrada en el país a los extranjeros que hubieran viajado a China en los 14 días anteriores. A los estadounidenses que regresaban de China se les permitía ingresar después de ser examinados en determinados puertos de entrada y durante 14 días después para vigilar cualquier posible síntoma.

Fue Trump quien tomó la decisión de imponer las restricciones de viaje, dijo Azar a los periodistas, siguiendo la “recomendación uniforme de los funcionarios de carrera de salud pública aquí en el HHS”.

Pero Azar se encontraría con la resistencia de algunos funcionarios de la Casa Blanca más tarde mientras buscaba más fondos federales para responder al virus. Durante una tensa reunión, un funcionario del presupuesto de la Casa Blanca lo acusó de intentar rodear al presidente para obtener el dinero del Congreso, según un ex funcionario del gobierno.

Durante gran parte del siguiente mes, Trump y otros altos funcionarios de la Casa Blanca minimizaron el riesgo para los estadounidenses, incluso cuando se acumuló la evidencia de que el virus era mortal y altamente contagioso.

Se predijo el desastre

Los expertos en salud pública y desastres habían advertido durante años sobre la posible devastación que podría causar una pandemia.

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Estudios internos del gobierno realizados meses antes habían demostrado que un virus de la gripe de rápida propagación procedente de China inundaría rápidamente el sistema de salud de la nación a menos que se hicieran preparativos de antemano.

Un ejercicio realizado en 2019 y supervisado por el Departamento de Salud y Servicios Humanos, denominado “Contagio Carmesí”, concluyó que una epidemia masiva y mortal provocaría confusión y una coordinación limitada entre los organismos federales y los gobiernos estatales a medida que se aplicaran los cierres de escuelas y otras medidas de distanciamiento social. Los hospitales tendrían que luchar contra la escasez de medicamentos, equipos de protección personal, ventiladores y otros suministros, según un informe preliminar sobre los resultados, divulgado por el New York Times.

California Air National Guard prepares shipment of ventilators
Miembros de la Guardia Nacional Aérea de California en Oxnard el 7 de abril preparan un envío de 200 ventiladores para ser entregados en Nueva York.
(Senior Airman Jonathan Lane / U.S. Air National Guard)

En la Casa Blanca, el Consejo de Asesores Económicos advirtió en septiembre que el daño económico de un virus de rápida propagación podría alcanzar los 3.79 billones de dólares y matar a 500.000 estadounidenses. Y un estudio realizado en 2017 por el Departamento de Defensa sobre la posibilidad de una pandemia predijo una escasez de mascarillas médicas, guantes, ventiladores y camas de hospital.

El gobierno federal tenía una serie de opciones para evitar que las predicciones se hicieran realidad, dijeron los expertos, incluyendo la invocación de la Ley de Producción de la Defensa para exigir a las empresas privadas que se ocuparan de la escasez de mascarillas médicas, ventiladores y otros equipos, movilizando a los militares para construir hospitales de campaña y organizar centros de pruebas en todo el país, y enviando barcos hospitales de la Marina a Nueva York y Los Ángeles más rápido.

Pero había poca urgencia en la respuesta del gobierno.

“Fue un fracaso tras otro, acumulándose uno sobre otro”, dijo el Dr. Ashish Jha, director de la facultad del Instituto de Salud Global de Harvard. “Cuando eso sucede, por lo general significa que no era una prioridad. Hubo una falta de liderazgo”.

A principios de febrero, la OMS advirtió que el coronavirus se estaba propagando rápidamente en China y asumió en su plan de respuesta que la transmisión de persona a persona estaba muy extendida. Las autoridades chinas habían puesto en cuarentena ciudades enteras. Las pruebas limitadas en otros países estaban complicando el esfuerzo por detectar el virus.

La organización internacional instó a los países a que ampliaran “las operaciones de preparación y respuesta, incluido el fortalecimiento de la preparación para identificar, diagnosticar y tratar rápidamente los casos”.

Taiwán, Corea del Sur y Singapur desplegaron las pruebas de COVID-19 con bastante rapidez, dando a los funcionarios de salud una ventaja para rastrear la propagación del virus e imponiendo un grado de medidas de contención que Estados Unidos no tomó hasta semanas después, señaló el Dr. C. Jason Wang, director del Centro de Políticas, Resultados y Prevención de la Universidad de Stanford.

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No todo salió bien. Singapur está luchando ahora contra un brote entre una gran población de trabajadores migrantes que el gobierno pasó por alto en sus esfuerzos iniciales contra el virus.

Pero hasta finales del sábado, el número total de muertes reportadas en Singapur era únicamente de 11, y sólo media docena se había contado en Taiwán. Se informó de 234 decesos en Corea del Sur, una pequeña fracción de las muertes per cápita en Estados Unidos.

“Corea del Sur hizo pruebas y contención masiva”, subrayó Wang.

Expuso que Taiwán también desplegó su ejército para fabricar mascarillas médicas, aumentando la producción de 2 millones a 10 millones al día en tres semanas.

“Podríamos haber hecho eso - absolutamente”, consideró Nick Vyas, director ejecutivo del Centro de Gestión de la Cadena de Suministro Global de la USC. “Las mascarillas habrían sido muy fáciles de replicar y de inventariar”.

En EE.UU, Trump mencionó el virus durante un mitin de campaña el 10 de febrero en New Hampshire, diciendo a la multitud que “en abril, ya sabes, en teoría, cuando el clima se caliente un poco, milagrosamente desaparecerá”.

Ahora está claro que el virus se estaba extendiendo rápidamente en Estados Unidos, pero trazar su camino resultó imposible porque el CDC había fracasado en su intento inicial de crear una prueba fiable.

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La agencia rechazó una prueba alemana probada que había sido adoptada por la OMS, y se basó en una red existente de laboratorios de salud pública, un modelo más adecuado para brotes más pequeños y menos mortales.

Distribuyó kits a más de 100 laboratorios de salud pública dirigidos por estados y condados, enviando a cada instalación suficientes suministros de pruebas para tomar muestras de 300 a 400 pacientes, mucho menos de los que se necesitarían eventualmente.

El esfuerzo inicial de la agencia fue a pequeña escala porque había poco reconocimiento inicial de que el virus podía transmitirse fácilmente entre humanos, dijo un funcionario de la agencia que discutió la respuesta de los CDC.

Cuando los laboratorios estatales comenzaron a realizar pruebas de muestras utilizando los kits de los CDC, rápidamente se hizo evidente un fallo: Al hacer correr agua ordinaria a través de la prueba produjo falsos positivos.

Paul Fulton, un portavoz del CDC, dijo que la agencia todavía estaba estudiando la prueba defectuosa pero aseguró que una nueva versión es ahora “precisa y fiable”. Señaló que el papel de los CDC era “equipar los laboratorios de salud pública de los estados, lo cual es sólo una parte de las pruebas totales que deben realizarse”.

15 casos reportados en Estados Unidos. 75.550 casos reportados en China. 31 naciones afectadas y un total de 76.819 casos.

La Administración de Alimentos y Medicamentos se encargó de aprobar las pruebas de los laboratorios privados para su uso comercial en hospitales y clínicas, un paso que realizó la agencia hasta el 16 de marzo.

Las dificultades para responder a una crisis de salud no son inusuales, señaló el Dr. Richard Besser, quien se desempeñó como director interino de los CDC en 2009 durante el brote de gripe porcina H1N1. La agencia se enorgullece desde hace tiempo de su independencia y a veces comete errores cuando se apresura a responder a una crisis.

“Nunca me involucré en una respuesta de salud pública en la que todo se desarrollara perfectamente”, dijo Besser, quien ahora dirige la Fundación Robert Wood Johnson.

Pero los errores en la respuesta al brote actual tardaron en corregirse, en parte debido al aislamiento de la agencia bajo la administración Trump, añadió Besser. Durante los brotes anteriores, los CDC desempeñaron un papel prominente en las sesiones informativas públicas, ayudando a aumentar la responsabilidad dentro de la agencia y presionando a sus científicos para que hicieran rápidamente los cambios necesarios.

“Fue la capacidad de ser transparentes y compartir lo que estábamos aprendiendo lo que nos permitió mantener la confianza del público y hacer los ajustes necesarios”, explicó Besser.

En una sesión informativa del 25 de febrero, la Dra. Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias de los CDC, dijo que estaba frustrada por los defectos de las pruebas y planteó la posibilidad de una importante perturbación social, incluyendo el cierre de escuelas, la cancelación de reuniones masivas y el retraso de las cirugías electivas.

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Sus comentarios contrastaban con el mensaje que ese mismo día dio Trump en Nueva Delhi durante una visita de Estado.

“Creemos que estamos en muy buena forma en Estados Unidos”, manifestó Trump a los periodistas, refiriéndose brevemente al virus. “Y pensamos que va a seguir siendo así”.

President Trump at stadium event during state visit to India
El presidente Trump y el Primer Ministro de la India Narendra Modi levantan juntos las manos, con la Primera Dama Melania Trump de pie junto a ellos, en un evento en un estadio de Ahmedabad, India, durante la visita de Estado de Trump en febrero.
(Alex Brandon / Associated Press)

En el vuelo de 18 horas a casa, el presidente se molestó por el desplome de la bolsa de valores y el sombrío panorama pintado en los informes de noticias que vio a bordo del Air Force One. En lugar de dormir, llamó a Azar desde el avión y se quejó de que los comentarios de Messonnier preocupaban a los mercados.

Al aterrizar, Trump convocó al grupo de trabajo en el Despacho Oval antes de una reunión informativa. Cuando el presidente subió al atril, anunció que el vicepresidente Mike Pence se haría cargo del grupo de trabajo. Los ayudantes que habían estado en la sala con él momentos antes no habían recibido ninguna advertencia. Ni tampoco Azar, que escuchó junto con todos los demás la noticia de que había sido reemplazado.

La decisión, según dos funcionarios de la administración familiarizados con el pensamiento del presidente, reflejaba la fijación de Trump con los efectos económicos del virus y su deseo de evitar que los funcionarios de salud pública ejercieran demasiado control sobre la respuesta.

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El número de casos en EE.UU “estaba bajando sustancialmente, no subiendo”, declaró Trump en una conferencia de prensa. En breve sólo habría cinco estadounidenses infectados, predijo.

Azar lo contradijo abiertamente: “Podemos esperar ver más casos en Estados Unidos”, manifestó.

El personal de Pence ordenó inmediatamente que todas las declaraciones públicas sobre el virus pasaran por su oficina, según uno de los funcionarios.

El 27 de febrero, a medida que las infecciones reportadas se extendían por Europa, Trump dijo a los reporteros que su administración había “hecho un trabajo increíble”.

“Un día, milagrosamente desaparecerá”, aseguró. “Podría empeorar antes de mejorar. Tal vez pudiera desaparecer. Veremos qué pasa. Nadie lo sabe realmente”.

Visit through a window at Life Care Center in Kirkland, Washington
Lori Spencer, derecha, y su marido, Michael Spencer, visitan a su madre, Judie Shape, a través de una ventana en el Centro de Cuidado de la Vida en Kirkland, Washington, un semillero del brote de coronavirus en EE.UU.
(Ted S. Warren / Associated Press)
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Al día siguiente, un informe de la OMS advirtió que el virus era altamente contagioso e instó a los países con infecciones a que inmediatamente “activaran los protocolos de gestión de la respuesta nacional del más alto nivel”.

El 29 de febrero, el CDC anunció que un hombre de 50 años había muerto de COVID-19 cerca de Seattle, marcando la primera fatalidad reportada públicamente en Estados Unidos.

Pero a medida que el brote de coronavirus se propagó en marzo, Trump no logró organizar una respuesta organizada del gobierno para hacer frente a la escasez de suministros médicos que afectaba a los hospitales, clínicas y consultorios médicos de todo el país.

En lugar de ello, recurrió a su hija Ivanka Trump; a su marido, Jared Kushner; y a Navarro, un ex profesor de economía del sur de California, ninguno de los cuales tiene experiencia en logística o adquisiciones.

Kushner se instaló en una oficina del Departamento de Salud y Servicios Humanos al pie del Capitolio, para gran disgusto de algunos en la agencia de salud. El equipo de Kushner comenzó a llamar a los jefes ejecutivos de las grandes empresas, presionándolos para que buscaran suministros fuera de los canales normales de adquisición establecidos por el gobierno, reveló un funcionario del sector privado.

Matthew Beckmann, un profesor de ciencias políticas de UC Irvine especializado en la presidencia, dijo que la respuesta de Trump a la pandemia reflejaba no tanto su ideología como su falta de interés general en el trabajo esencial de dirigir el gobierno y su dependencia de un pequeño número de personas inexpertas cercanas a él.

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“La forma en que dirige las cosas es más como un restaurante familiar”, consideró Beckmann.

El crucero Grand Princess navega bajo el puente Golden Gate el 9 de marzo para atracar en el puerto de Oakland.
(Peter DaSilva / For The Times)

Frente a la costa de California, el crucero Grand Princess había dado vueltas durante días mientras miles de pasajeros y tripulantes preocupados y potencialmente expuestos al coronavirus esperaban a que los funcionarios federales y estatales decidieran dónde y cuándo atracarían.

Trump dijo que no estaba a favor de llevar a los pasajeros a tierra para hacerles pruebas que causaran un aumento en el número de estadounidenses infectados.

“Me gusta que los números estén donde están. No necesito que las cifras se dupliquen debido a un solo barco”, dijo Trump a los periodistas durante una visita el 6 de marzo al CDC en Atlanta.

Los pasajeros fueron recibidos en Oakland y enviados a hospitales o puestos en cuarentena.

El empeoramiento de las perspectivas y la lentitud de las pruebas aumentaron la presión sobre Trump para que anunciara medidas adicionales de gran alcance.

“El resultado final: Va a empeorar”, señaló el Dr. Anthony Fauci, quien dirige el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, durante una audiencia del comité de la Cámara de Representantes el 11 de marzo, el mismo día en que la OMS calificó al virus de pandemia y las continuas pérdidas en el mercado de valores terminaron oficialmente con el mercado alcista más largo de la historia de Estados Unidos.

Horas más tarde, en un raro discurso en horario estelar de la Oficina Oval, Trump anunció que estaba extendiendo las restricciones de viaje a Europa, prohibiendo la entrada a los extranjeros que habían estado en partes del continente en los 14 días anteriores. Era una medida que algunos asesores le habían instado a tomar durante semanas, aseguró un funcionario de la Casa Blanca.

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Instó a que “los estadounidenses mayores evitaran los viajes no esenciales” y dijo que la gente en general debería “quedarse en casa”, aunque siguió minimizando la posible gravedad de la enfermedad.

83.836 casos reportados en Estados Unidos. 81.782 casos registrados en China. Estados Unidos rebaso a China en casos confirmados. Más de 174 países han sido afectados. 529.591 casos a nivel mundial.

Los futuros de Wall Street cayeron bruscamente después del discurso, que se produjo a los pocos minutos de que el actor Tom Hanks anunciara que tenía la enfermedad y la National Basketball Assn. suspendiera toda su programación.

Un ex funcionario de la Casa Blanca dijo que el discurso provocó la intervención de algunos de los ejecutivos de Wall Street que más confían en Trump: “Sus conferencias de prensa y su discurso en el Despacho Oval no le ayudan”, subrayó el ex funcionario, parafraseando el mensaje. “Los mercados saben de matemáticas y esto no es una cosa de matemáticas. Esto es una cosa de ciencia”.

El mensaje era claro: las jugadas habituales no funcionarían con una pandemia.

“No se puede gritar desde el podio, ‘son falsedades científicas’”, dijo el ex funcionario. “Tienes que ajustar y calibrar el mensaje”.

A nivel mundial se han contabilizado 2.152,646 casos, un tercio de ellos en Estados Unidos.

El discurso marcó la primera señal de que Trump pretendía hacerse cargo del mensaje de la Casa Blanca sobre la pandemia. Pero su continua minimización de la amenaza del coronavirus alarmó tanto a Fauci como a la Dra. Deborah Birx, la principal experta en salud mundial del Departamento de Estado, que decidieron que necesitaban darle una lección de información para que tomara medidas, según un ex funcionario de salud cercano a Birx.

Le mostraron los hallazgos de un alarmante estudio del Imperial College London, una institución destacada por sus investigaciones sobre la salud mundial, que encontró que una epidemia sin control podría infectar a 8 de cada 10 personas y causar hasta 2.2 millones de muertes en Estados Unidos.

Al día siguiente de su informe, Trump declaró una emergencia nacional, liberando más de 40.000 millones de dólares en asistencia federal para los estados.

En pocos días, el Pentágono, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias y otras agencias se apartaron de los límites impuestos. Los funcionarios estatales y locales comenzaron a cerrar escuelas y a imponer restricciones a los contactos sociales.

El virus se seguía propagando, y se avecinaban muchas semanas de agitación, emergencias médicas y tragedias humanas. Mientras tanto, Trump ha vacilado sobre cuánto tiempo las reglas de distanciamiento social de la nación deben permanecer y quién es el culpable del creciente número de muertes.

Pero ha mantenido constantemente que la respuesta de su administración fue impecable, un “10 de 10”, dijo a los periodistas en una conferencia de prensa. Problemas como la lentitud de las pruebas no fueron culpa suya.

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“No asumo ninguna responsabilidad”, declaró.

Los escritores del Times, Noah Bierman, Noam N. Levey y Tracy Wilkinson contribuyeron a este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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