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Al menos la mitad de los deportados a Guatemala tienen coronavirus dicen autoridades

Un soldado vigila un autobús que transporta a inmigrantes detenidos en Estados Unidos a su regreso a Guatemala.
(Morena Perez Joachin / For The Times)
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Más de la mitad de los deportados que regresaron a Guatemala desde Estados Unidos tienen resultados positivos por coronavirus, detalló el martes un alto funcionario de salud del país centroamericano.

En declaraciones a periodistas en la ciudad de Guatemala, Hugo Monroy, el ministro de salud, no especificó un marco de tiempo o el número total de deportados que habían llegado allí con infecciones. Sin embargo, cientos de guatemaltecos fueron repatriados en las últimas semanas, incluidos 182 que llegaron el lunes en dos vuelos desde Texas.

Monroy indicó que en un vuelo, que se negó a identificar, más del 75% de los deportados dieron positivo. No obstante dejó en claro que este no fue un incidente aislado y dijo que muchos deportados llegaron con fiebre y tos, y fueron examinados de inmediato. “No sólo estamos hablando de un vuelo”, aclaró. “Sino de todos”.

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En un video publicado más tarde por el gobierno, Monroy contradijo sus declaraciones anteriores y destacó que se había referido a uno solo.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala destacó el martes a través de un portavoz que el número “oficial” de deportados diagnosticados con COVID-19 es de cuatro, incluido un individuo que llegó el lunes en uno de los vuelos.

Una gran cantidad de infecciones entre los deportados arrojaría dudas sobre el recuento oficial de cuántos de los más de 33.000 migrantes en detención estadounidense se han contagiado. Los funcionarios de inmigración de Estados Unidos afirmaron que 77 dieron positivo, y señalaron que algunos de ellos ya no pueden estar bajo custodia. El Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU no respondió a las solicitudes de comentarios para este artículo

Durante semanas, las autoridades guatemaltecas han expresado su preocupación de que la administración Trump pueda propagar la infección en esa nación centroamericana a través de las deportaciones desde Estados Unidos.

Guatemala se convirtió en el primer país en poner un alto a las deportaciones cuando suspendió los vuelos, el 17 de marzo pasado, para permitir que ambos países establecieran protocolos de salud suficientes. Pero los viajes se reanudaron dos días después.

El 30 de marzo, el vicepresidente guatemalteco Guillermo Castillo “rogó” a Estados Unidos que detuviera los vuelos de deportación a Guatemala, según una entrevista con una estación de radio local. Estos traslados cesaron nuevamente durante una semana, pero se reiniciaron el lunes.

Otro vuelo estaba programado para este martes por la tarde, pero las autoridades guatemaltecas no confirmaron si había llegado a destino.

Guatemala enfrenta un decreto de cuarentena y, hasta el martes, había reportado 150 casos activos de COVID-19 y cinco muertes.

En Estados Unidos, al menos 21 empleados del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos que trabajan en centros de detención de migrantes han dado positivo por COVID-19, según la agencia.

Eso incluye a 13 personas en las instalaciones de Alexandria, Louisiana, desde la cual parten los viajes de deportados a Guatemala y otros países.

Otros 80 empleados de ICE que trabajan fuera de esa sede de detención también dieron positivo. La agencia se negó a proporcionar un recuento del número de casos entre miles de contratistas y personal en sitios privados que tienen contrato con el gobierno federal para retener a los migrantes. La entidad participa en una revisión continua para determinar qué migrantes son más “vulnerables” y pueden ser liberados mientras el virus se propaga a través de sus centros de detención. Sólo recientemente comenzó a realizar pruebas más amplias en establecimientos que tienen casos confirmados.

Debido a la pandemia, Guatemala se niega a aceptar deportados que no sean guatemaltecos, y pospuso un acuerdo que hizo con Estados Unidos el año pasado. Según ese pacto, el país centroamericano aceptó a unos 900 salvadoreños y hondureños a quienes se les había negado la oportunidad de solicitar asilo en EE.UU.

En cuanto a los deportados guatemaltecos, las autoridades señalaron que el primero en dar positivo por COVID-19 fue un hombre adulto, que llegó el 26 de marzo desde Mesa, Arizona.

Algunos menores arribaron con fiebre, aunque las autoridades inmigratorias de EE.UU afirmaron que le toman la temperatura a todos los pasajeros antes de abordar, y que a nadie se le permite viajar a Guatemala -ni a ningún otro lugar- con fiebre.

El viernes, la Casa Blanca amenazó con imponer sanciones de visa contra cualquier país que no acepte a sus ciudadanos deportados desde Estados Unidos en medio de la pandemia, una medida ampliamente considerada como en contra de Centroamérica, la mayor fuente de migrantes hacia EE.UU.

El lunes, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, informó que notificó al Congreso que la administración Trump continuaría con “asistencia específica” a Guatemala, Honduras y El Salvador, citando su continua cooperación en materia de inmigración y asilo.

Desde enero, el gobierno estadounidense deportó a más de 11.758 guatemaltecos. Y a partir del 20 de marzo, cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) emitieron una orden que impide la entrada a viajeros desde Canadá y México, independientemente del país de origen, los funcionarios estadounidenses han expulsado a casi 11.000 migrantes, con un procesamiento mínimo.

Por primera vez en el marco del sistema de inmigración moderno, las deportaciones masivas incluyen a menores no acompañados y solicitantes de asilo, dos grupos especialmente protegidos por la ley de Estados Unidos.

Sólo en la primera semana de abril, Guatemala recibió a unos 100 menores no acompañados que fueron expulsados de Estados Unidos, tantos como los recibidos durante todo marzo.

Los redactores de planta de The Times McDonnell, O’Toole y Carcamo informaron desde Ciudad de México, Washington y Santa Ana, respectivamente. Cecilia Sánchez, en la redacción de The Times en Ciudad de México, también contribuyó con este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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