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México se prepara para un incremento en las infecciones y muertes por coronavirus

Mexico City commuters
La gente viaja en Metro, en la Ciudad de México.
(Cristopher Rogel Blanquet / Getty Images)
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Funcionarios mexicanos advirtieron que el país está a punto de experimentar un gran aumento en las infecciones y muertes por coronavirus, mientras que los profesionales de la salud se preocuparon por los hospitales abrumados, la posible escasez de médicos y la falta de equipos.

“Estamos preparados para enfrentar el momento más difícil”, comentó el presidente Andrés Manuel López Obrador a los periodistas en un intento de tranquilizar al público. “Tenemos las camas, el equipo y los médicos”.

Pero otros han cuestionado si un sistema de salud pública descuidado durante mucho tiempo está listo para un rápido aumento de la demanda.

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“No confío en la capacidad de los hospitales”, expuso Alejandro Macías, un especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Guanajuato, que se desempeñó como comisionado nacional durante la pandemia de gripe porcina de 2009, la cual se originó en ese país. “No vamos a tener suficientes camas de cuidados intensivos. Contamos con una fracción de lo que necesitamos”.

México cuenta con 1.4 camas de hospital por cada 1,000 ciudadanos, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Estados Unidos tiene el doble.

El sistema de Seguridad Social, el principal proveedor de salud de gran parte de México, está sufriendo un “estrés terrible”, aseguró su directora, Zoé Robledo Aburto.

Durante años, expuso, la fuerte burocracia de la medicina pública derivó en una falta de inversión y una falla institucional para reclutar médicos, comprar equipos y agregar camas y sitios de tratamiento. “Pero tenemos que superar esta situación”, destacó.

Se espera que la crisis sea más severa en el área metropolitana densamente poblada de la Ciudad de México, que alberga a más de 20 millones de personas.

Hasta el martes, la zona representaba aproximadamente el 42% de los 8.772 casos confirmados en el país, y el 35% de los 712 decesos.

Los altos funcionarios sanitarios destacaron que un gran número de infecciones no fueron detectadas debido a la falta de pruebas, y que el total verdadero podría superar los 70.000.

Los hospitales y clínicas de la capital y alrededores están trabajando casi a plena capacidad. El ejército fue reclutado para proporcionar camas adicionales de ser necesario.

Mientras tanto, la alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, afirmó que la demanda de respiradores estaba aumentando velozmente.

En un comunicado emitido en video, Sheinmaum detalló que del 12 al 20 de abril, el número de pacientes con COVID-19 confirmados o sospechosos que respiran con ayuda mecánica en hospitales de la Ciudad de México aumentó casi al doble, de 265 a 529. Eso significa que el 35% de los respiradores de la ciudad ahora están en uso, señaló.

México reportó su primer caso de infección a fines de febrero; el hecho colocó al país aproximadamente un mes detrás de Estados Unidos.

Los primeros casos fueron parte de la “fase uno”, el inicio de los preparativos para un aumento de contagios. La “fase dos”, la imposición de medidas de seguridad, incluida la prohibición de actividades no esenciales, comenzó recién a fines de marzo.

El martes fue la declaración oficial de la “fase tres”, un período de contagio acelerado rápidamente en toda la nación de más de 120 millones de habitantes.

Al menos cuatro hospitales en varias partes del país han experimentado brotes de coronavirus, que algunos médicos y enfermeros atribuyen a la escasez de máscaras y otros equipos de seguridad.

Los trabajadores sanitarios han organizado protestas callejeras para exigir más equipos de protección, mientras que algunos también han sufrido ataques a manos de personas que los acusan de propagar el virus. Las autoridades mexicanas reportaron más de 500 casos de coronavirus entre profesionales médicos, incluidas nueve muertes.

La población de México es más joven que la de Estados Unidos, una ventaja cuando se trata de combatir un virus que mata desproporcionadamente a las personas mayores. Pero las altas tasas de diabetes, hipertensión y obesidad aumentan la vulnerabilidad del país.

“Esto representa un adversario adicional que México debe enfrentar”, señaló el Dr. Hugo López-Gatell, subsecretario de salud que dirige la respuesta frente al coronavirus del país. “Un estado de salud deteriorada”.

En las últimas semanas, los funcionarios han luchado para aumentar las existencias de respiradores, máscaras, batas y otros artículos. El presidente y demás funcionarios han elogiado la llegada de kits de prueba y otros suministros médicos desde China, y anunciaron planes para comprar 1.000 respiradores a Estados Unidos.

Pero los expertos advirtieron que comprar equipo no es suficiente. “Se puede comprar respiradores, pero aún se necesitan médicos y enfermeras capacitados para operar el equipo, y los protocolos para asegurarse de que ello sea efectivo”, comentó Eduardo González-Plier, un ex funcionario de salud del gobierno.

Miles de médicos adicionales están siendo entrenados en todo el país para lidiar con el aumento anticipado de casos, indicaron las autoridades.

Además de la Ciudad de México, los funcionarios también están especialmente preocupados por los estados del norte, a lo largo de la frontera de 2,000 millas con Estados Unidos. Hasta el martes por la noche, el número de muertos en EE.UU era de más de 45,000.

El estado de Baja California, que incluye las ciudades fronterizas de Tijuana y Mexicali, informó 741 casos y 75 fallecidos hasta el martes, en medio de temores de que el tráfico transfronterizo y la operación continua de algunas fábricas de esa región, conocidas como maquiladoras, puedan estar contribuyendo a la propagación.

En Ciudad Juárez, al otro lado de Río Grande desde El Paso, un brote de coronavirus se desató en una planta de asientos de automóviles; algunos trabajadores murieron y otros fueron hospitalizados.

En toda la zona fronteriza, decenas de miles de migrantes que esperan llegar a Estados Unidos están hacinados en hogares, refugios y campamentos, lo cual genera temores de más brotes como el que se informó esta semana en un refugio en Nuevo Laredo.

Desde el comienzo de la crisis, México ha optado por un aumento gradual de las medidas de seguridad, balanceando los problemas de salud con los posibles daños a la economía.

Las autoridades rechazaron un bloqueo total, por considerarlo inviable en un país donde la mitad de la población vive en la pobreza y hasta el 60% depende de las ventas callejeras y otros negocios no registrados de la economía informal.

“Uno tiene que encontrar el equilibrio entre hacer el bien con una intervención y minimizar los efectos secundarios”, destacó López-Gatell, el jefe de respuesta al coronavirus.

A fines de marzo, México finalmente ordenó el cierre de negocios no esenciales, la prohibición de grandes reuniones y el distanciamiento social obligatorio.

Pero los mercados públicos y otros establecimientos permanecieron abiertos. Las escuelas cerraron a mediados de marzo y se espera que permanezcan así hasta al menos el 1º de junio.

Durante semanas, López Obrador fue duramente criticado mientras seguía viajando por el país, besando y abrazando a sus admiradores y minimizando el peligro. Pero finalmente aceptó el distanciamiento social y otras medidas.

Los especialistas de Moody’s Analytics predicen que la economía de México se contraerá un 6.5% en 2020, y que el país entrará en recesión. Las pérdidas en las remesas, una disminución del turismo, la caída de los ingresos del petróleo y una importante contracción del mercado de exportación impulsan esta cuestión.

En medio de la pesadumbre, el presidente intentó dar un giro positivo a los asuntos a medida que el país entra en la fase más severa de la pandemia. “Quiero dar una garantía... de que los mexicanos podremos superar esta crisis”, afirmó el martes. “Vamos a ganar esto, juntos”.

La corresponsal especial Cecilia Sánchez contribuyó con este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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